Érase una vez, una ciudad tan azul tan azul, que algunos decían de ella que era el auténtico Reino azul, otros (los que compraron el hachís que te ofrecen los locales) que parecía el fondo de una piscina.
Chefchaouen, situada entre las montañas del Rif, es sin duda, el oasis de paz y tranquilidad que tanto echamos de menos en nuestra visita a Tánger y en general, lo que les falta a las grandes urbes marroquíes.
La ciudad azul de Marruecos, sagrada durante siglos y prohibida a cualquiera que no perteneciera a su población original, sobretodo a cristianos, hasta la llegada de las tropas españolas en 1920, es una de las más fotogénicas y cautivadoras que jamás había visto. Todas sus calles, puertas, paredes y ventanas teñidas de un azul celeste te trasladan a un mundo en el que parece que no pase el tiempo y en el que los horarios hubieran dejado de existir.
Al recorrer la medina, te darás cuenta de que no necesitas mapas, porque lo realmente genial de visitar Chefchaouen es perderse, dejarse llevar por sus callejuelas (cruzándote por el camino con una media de 60 gatos) y acabar en Uta el-Hammam, la plaza principal y el corazón del pueblo, tomando un delicioso té de menta; o en el camino montaña arriba que lleva a la mezquita “maldita”, construida por los exiliados del Al Andalus hace más de 500 años y desde donde puedes ver todas las azoteas azules que forman la ciudad.
Para los amantes de la naturaleza como nosotros, os recomiendo que dediquéis un día a subir por el sendero que lleva a la mezquita y disfrutéis de la naturaleza de Chaouen, ¡merece la pena!
Pues sobre la verdadera razón de por qué Chefchaouen es azul, parece que nadie se pone de acuerdo. He estado leyendo varios artículos sobre los motivos, y en unos afirma que fue simplemente una cuestión práctica para alejar a las moscas y mosquitos, en otros, que los judíos empezaron a pintar todo el pueblo de este color durante los años 30 para sustituirlo por el color verde del islam.
De todas maneras, ¡qué importa el motivo! Sea por lo que fuere, Chaouen ha pasado, sin duda, a mi lista de los rincones más encantadores.
Chefchaouen se encuentra a unos 60 kilómetros de Tetuán y 115 de Tánger, las grandes ciudades de las que, por lo general, saldréis para visitar la ciudad azul.
Para llegar, tenéis varias opciones y en todas veréis que el precio no es precisamente un inconveniente. Tenéis buses, la alternativa más barata. Hay distintas compañías, pero aprox., os costará el billete, de ida y vuelta unos 30 dirhams (3 euros) y salen desde la Gare Routiere cada pocas horas; o si lo preferís, podéis coger un Grand Taxi, que son taxis normales en los que se meten 7 personas embutidas (aunque podéis comprar más plazas si tenéis prisa por marchar) y que quizá os cueste unos 5 euros.
El último día, para volver a Tánger, desde donde cogeríamos el vuelo dirección a Barcelona, nos subimos a un taxi en el que 7 personas apretujadas en las 4 plazas del coche, dejamos atrás la paz que desprende Chefchaouen.
Chefchaouen, situada entre las montañas del Rif, es sin duda, el oasis de paz y tranquilidad que tanto echamos de menos en nuestra visita a Tánger y en general, lo que les falta a las grandes urbes marroquíes.
La ciudad azul de Marruecos, sagrada durante siglos y prohibida a cualquiera que no perteneciera a su población original, sobretodo a cristianos, hasta la llegada de las tropas españolas en 1920, es una de las más fotogénicas y cautivadoras que jamás había visto. Todas sus calles, puertas, paredes y ventanas teñidas de un azul celeste te trasladan a un mundo en el que parece que no pase el tiempo y en el que los horarios hubieran dejado de existir.
Al recorrer la medina, te darás cuenta de que no necesitas mapas, porque lo realmente genial de visitar Chefchaouen es perderse, dejarse llevar por sus callejuelas (cruzándote por el camino con una media de 60 gatos) y acabar en Uta el-Hammam, la plaza principal y el corazón del pueblo, tomando un delicioso té de menta; o en el camino montaña arriba que lleva a la mezquita “maldita”, construida por los exiliados del Al Andalus hace más de 500 años y desde donde puedes ver todas las azoteas azules que forman la ciudad.
Para los amantes de la naturaleza como nosotros, os recomiendo que dediquéis un día a subir por el sendero que lleva a la mezquita y disfrutéis de la naturaleza de Chaouen, ¡merece la pena!
¿Por qué Chefchaouen es azul?
Pues sobre la verdadera razón de por qué Chefchaouen es azul, parece que nadie se pone de acuerdo. He estado leyendo varios artículos sobre los motivos, y en unos afirma que fue simplemente una cuestión práctica para alejar a las moscas y mosquitos, en otros, que los judíos empezaron a pintar todo el pueblo de este color durante los años 30 para sustituirlo por el color verde del islam.
De todas maneras, ¡qué importa el motivo! Sea por lo que fuere, Chaouen ha pasado, sin duda, a mi lista de los rincones más encantadores.
Cómo llegar a Chefchaouen
Chefchaouen se encuentra a unos 60 kilómetros de Tetuán y 115 de Tánger, las grandes ciudades de las que, por lo general, saldréis para visitar la ciudad azul.
Para llegar, tenéis varias opciones y en todas veréis que el precio no es precisamente un inconveniente. Tenéis buses, la alternativa más barata. Hay distintas compañías, pero aprox., os costará el billete, de ida y vuelta unos 30 dirhams (3 euros) y salen desde la Gare Routiere cada pocas horas; o si lo preferís, podéis coger un Grand Taxi, que son taxis normales en los que se meten 7 personas embutidas (aunque podéis comprar más plazas si tenéis prisa por marchar) y que quizá os cueste unos 5 euros.
El último día, para volver a Tánger, desde donde cogeríamos el vuelo dirección a Barcelona, nos subimos a un taxi en el que 7 personas apretujadas en las 4 plazas del coche, dejamos atrás la paz que desprende Chefchaouen.
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